El primer influencer de la historia
18/12/2023
Dicen por ahí que la publicidad de “boca a boca” siempre ha sido una de las formas de comunicar con mayor impacto en el mundo, y en la era digital, eso se ha amplificado, tanto así que una de las estrategias principales de marketing para un gran número de empresas a nivel mundial, son la alianza con los conocidos “influencers”.
Pero bueno, empecemos por entender de dónde viene este término, ya que muchos pensamos que este término es algo que surgió a raíz de las redes sociales pero no es así, realmente su inicio se remonta a principios del SXX.
Fue a partir de 1920 cuando empezaron a aparecer las primeras »personalidades famosas» que promocionaban a las marcas del momento e influían en la decisión de compra de los consumidores.
Lo más curioso, es que la primera figura que “influenció” a la comunidad a través de una marca fue Santa Claus, que tuvo su primera aparición en un anuncio de Coca-Cola en 1920 en una ilustración publicada en The Saturday Evening Post, así, y de manera oficial se convirtió en uno de los primeros personajes simbólicos de la marca que incitaba a la población al consumo del producto.
Los influencers que todos conocemos hoy en día comenzaron a surgir entre 2004 y 2006 con la aparición de Facebook y Twitter, los usuarios que comenzaron a crear comunidades grandes gracias a su capacidad creativa o comunicativa fueron los que conocemos como “influencers” de estas redes.
Su voz, cercanía y dinámica a través de las experiencias personales, ha hecho que la publicidad tradicional cambie, porque hoy se apela más a la autenticidad y la conexión emocional que estas figuras le dan a las empresas, aportándoles invaluables elementos para la validación de las marcas y gracias a estas voces, moldear las percepciones y decisiones de compra de las personas.
Si bien, hoy hay infinidad de figuras, no solamente Santa Claus como en 1920, seguimos descubriendo y entendiendo el gran impacto que estas personalidades tienen en la gran comunidad digital a la que pertenecemos.
Por Tamara Norambuena y Martha Paola Medina